Berlioz, historias para no dormir.

La sinfonía fantástica de Berlioz historias para no dormir.

El domingo fui al concierto de la orquesta filarmónica. Tuve que hacer gala de mi acopio de paciencia. Mi asiento, como de costumbre, y por razones económicas, está en el paraíso, que es un eufemismo para gallinero. Paraíso; asientos que se encuentran justo debajo de la bandera, suena mucho mejor que gallinero, asientos bla bla bla… eufemismo arriba o eufemismo abajo el caso es que como están pegados al techo del teatro y por razones de comodidad, tienen un precio menos abultado.

El Auditorio Nacional es una construcción de 1984 del arquitecto José María García de Paredes. (¿Tendrá algo que ver con el gigante extremeño?) tiene una capacidad para 2324 personas. Como es típico es este tipo de teatro tiene una sala grande y una más pequeña. No tienen nombres de músicos españoles. Solo sala sinfónica y sala de cámara. ¡Lástima! La plaza en la que está sí tiene nombre. Se llama plaza Andrés Segovia. Menos da una piedra.

Usted es la culpable de todas mis angustias y todos mis quebrantos, usted llenó mi vida… claro, cómo no va a volver loco a Berlioz..

Pues entramos al concierto y nada más sentarme, me dije hoy va a escuchar tu tía la de Murcia… empezó el concierto… y si antes lo pienso, efectivamente… Tres asientos a mi derecha una gallina de gafas fondo de botella, pelo blanco y más gangarrias en el cuello que Pilar Bardem se afanaba en abrir un caramelo que cantaba más que un alijo delante de los perros de la policía (la comparación es deformación profesional) Cuando al fin se tragó el caramelo tuve dos minutos de paz en los que escuché un poco del concierto para piano y orquesta de Chopin. De repente, sentí un pitido que ya conozco de otros conciertos. No me gustan aquí ninguno de los eufemismo que se consideran políticamente correctos. No digo disminuidos, o personas con deficiencias auditivas, etc. digo sordo y se acabó. Al causante del pitido en el concierto era como habéis adivinado un gallo sordo así sin pañitos tibios. Y cada vez que el audífono se acoplaba me daba dentera. Recordé las bromas a un vecino sordo en Cuba que le bajábamos o le subíamos el volumen y lo teníamos loco.

Terminó el concierto de Chopin, y el público aplaude fuerte para ablandar al solista y que de una buena propina. Los muchos pollitos jóvenes y niños que estaban en sus asientos locos por salir a jugar se levantaron y se esfumaron. Algunos a otros no les dio tiempo, el solista volvió a entrar y ante la fuerza de los aplausos se sentó y tocó un estudio de Chopin. Aplausos normales y salimos a la pausa.

¿Qué pasa con la sinfonía de Berlioz? Le pregunto a unos amigos. Me dice uno. Pasa que es una sinfonía fácil, dulce, romántica; fíjate que la tocan después del concierto para piano 1 de Chopin.

Puede que sí que la sinfonía sea fácil pero para alguien que sepa que está escuchando. No para niños. Es por eso que aunque la sinfonía está magistralmente compuesta y muy bien estructurada por eso es de fácil comprensión, los niños estaban todos inquietos… Digo pollito… para la próxima que te lleven a escuchar mejor la flauta mágica.

Entramos de la pausa y empieza la sinfonía de Berlioz; el pollito que estaba sentado justo detrás de mí empieza a mover su pierna. Era un pollito de unos siete u ocho años y tenía el síndrome de la pierna inquieta. Me giro y lo miro suplicante, pero él sigue agobiado y la pierna con ansiedad dándole a mi asiento… miro a su gallina madre que me mira incómoda y le aguanta a regañapicos la pata a su pollito. La mamá gallina claramente no entiende la sinfonía de Berlioz ni se ha leído el programa de mano, de lo contrario no hubiese traído a su pollito a escuchar esta sinfonía. Hay lenguaje de adultos… Yo callado trato de usar la teoría de mi amiga Victoria acerca del bien mayor. Así que me concentro en el disfrute de la música y borro todo lo demás. Pero imposible, frente a mí una parejita de un gallito y una pollita con pelo largo se hacen arrumacos… mientras él la besa desenfrenado ella espolvorea su melena… y mi concentración se entretiene en los golpes de su melena. ¡No comprenden lo que están escuchando! Y lo peor no me dejan escuchar… Logró concentrarme pero de pronto vuelvo a sentir el pitido del gallo sordo una o dos veces más. La batería de su audífono se está acabando y por eso se acopla con los micrófonos…debe estar dormido. Se acaba el primer movimiento de la sinfonía fantástica. Ensoñaciones, pasiones es el título de este movimiento y una vez termina, empieza una oleada de tos nerviosa del público incómodo, como de gallos y gallinas que no quieren estar en la sala. El director incómodo también ataca el segundo movimiento: un vals. Y yo pensando, cómo le explicará la gallina al pollito de ocho años lo que es el desamor y el rechazo que siente Berlioz. Pero más que nada cómo le explicará en los tiempos que corren que la mujer le diga no y Berlioz siga erre con erre con una idea fija. Suena un móvil dentro de un bolso de lentejuelas la dueña le da manotazos y el gallo marido a su lado trata de abrir el bolso. Ella le quita la mano del bolso. El móvil alumbra media fila y al final silencio… respiro angustiado.

Ya no sé en qué movimiento estoy. Recuerdo que el otro día leí un artículo donde una empoderada del momento decía que un niño de 12 años ya podía leer a Dostoievsky. Me encojo de hombros. ¿Dónde está el límite? Y sigo disfrutando del vals hasta que de nuevo siento el pitido del audífono del sordo. Me cagó en la mar salada.

El tema del vals en este movimiento lo tocan las arpas. En la orquesta hay sólo dos arpas, lástima la orquesta se “las come” y entre el ruido del público y mi disociación ni escucho el tema del vals. Lástima.

Veo que no soy el único que se siente incómodo pues hay muchos pollitos en el gallinero y todos están disociados; claro, no es para menos lo más seguro es que el lenguaje musical bien logrado de Berlioz transmita su mensaje y active la inquietud que sentía Berlioz… con estas los gallos y gallinas progenitores los tienen a todos obligados a mantenerse quietos, en silencio. Contradictorio, ¿no?

Berlioz tenía 27 años. Y estaba loco por ganarse el Grammy que en aquella época era el premio de Roma. Pero cada vez que enviaba una obra, le decían vaya usted a freír espárragos. Y estaba el chaval abrumado. Fue al teatro a ver una tragedia de Shakespeare… y claro se enamoró de la actriz. Pero le dio fuerte. Y le escribía mensaje por el móvil, la perseguía… un acoso de derribo vaya, la señora lo mandó a tomar viento fresco. Y claro Berliocito, como le decía su mamá, se sentó y compuso la sinfonía fantástica.

La sinfonía fantástica no lo es porque sea maravillosa, que lo es, más bien porque Berlioz tiene una experiencia, un viaje con opio, con droga para que me entiendan. Tenía el muchacho a la sazón 27 años y un crush como dicen los jóvenes ahora, con una actriz que no le hizo el más puñetero caso. Algo así como que yo me enamore de Scarlett Johansson. Tendría que mejorar mi inglés para poder llegar o quien sabe si Dios en sus renglones tuerce a todos los gallos del bosque y solo quedo yo y entonces Scarlett iba a saber lo que es amor de mulato… pero ensoñaciones a parte volvamos a Berlioz que recibió calabazas y como era de esperar, le puso música al no de la actriz. Pero le puso música a lo grande, algo así como Rosalía. Se dijo Berlioz: “¿Qué se escucha ahora? ¿Trompeta, campanas, instrumentos raros?” Pues metió su pollo teriyaki. Y se montó en una moto. Y claro le salió un Grammy.

Pero una vez decapitado Berliocito, llegan los fantasmas y como es noche de sábado se arma tremendo baile. Bailan los fantasmas como si fuera un cuadro de Goya. Degollado, lo pillan, lo siento tenia que hacer el chiste. Pues degollado Berliocito y yo pensando cómo diablo las padres le explicarán a sus hijos que hemos pasado de Rojo Tarantino a gris fantasma de Tim Burton. Y la sinfonía acaba según indica Berlioz con las brujas danzando alrededor del cuerpo de Goya do y se acaba el trisfosio… Y hay campanas y efectos chulos, un oboe sale y toca tras una puerta medio cerrada y se arma una conversación entre el oboe y un corno inglés. Dos percusionistas adoban un tambor a cuatro manos. Movidito movidito…

Después de las sinfonías de Beethoven el género estaba igual que el flamenco antes de Camarón, medio estancado. Y llegó Camarón, digo Berlioz y le metió hasta un cajón peruano y le dijo al de Lucía, digo Liszt, oye Paco échale un poco de agua a esto que está muy espeso y Paco se metió entre dos aguas y salió un disco qué pa’qué les cuento. De Liszt cogió la idea fija y la mezcló… Pues eso mismo hizo Berlioz. Le dio agua al dominó mientras se fumaba un porro llorando por la actriz que le dijo que no.

Y en esto pensaba yo cuando se inició el cuarto movimiento, que se llama queridos padres: “Marcha al cadalso”. Berlioz sueña que ha matado a su amada y que lo llevan a decapitarlo. El opio le permite ver su propia decapitación. (Y esto no me lo estoy inventando, lo ha escrito el propio Berlioz.) mientras lo llevan al suplicio, o cadalso, Berlioz piensa de vez en cuando en su amada y vuelve a sonar el tema o idea fija de ella, hasta que le cortan la cabeza. y un rojo Tarantino se desparrama por toda la orquesta. Supongo que algunas gallinas le taparían los oídos a sus polllitos en estos momentos. Venga explicárselo a los pollitos ahora. A ver niño lo que vamos a escuchar ahora es como le cortan la cabeza porque mató a una que le dijo que no… historias para no dormir.

Spoiler alert! Al final Berlioz sí que conquistó a la actriz. Compuso esta sinfonía y le dieron el premio de Roma… Claro si a mi me dieran el premio Nobel entonces sí que Scarlett se iba a llamar Izaguirre. ¡Un placer!

A veces se me olvida que soy negro.

Otra vez la misma historia.

Ya sabéis que en el juzgado el tiempo de espera es laaaargoooo. Cuando tengo que trabajar lo hago con gusto (quiero decir que disfruto mi trabajo)y lo mejor que mi preparación me permite. Mientras espero, yo leo, escribo, escucho música, juego con la granja vendo verduras, atiendo el zoológico… hago de todo. Y duermo. En eso estaba yo, cuando me despierta una voz.

  • Eres intérprete? 
  • Sí 
    -¿Vienes para el juzgado 6?  
    -Sí. 
    Mira le puedes decir que no declare. 
    (Yo miro a su cliente… quien cuando yo llegué estaba hablando con sus amigos/familiares…)
  • No 
    -¿Cómo? 
    -Que no se lo puedo decir. 
    -¿Pero no eres intérprete? 
  • (en tono de cachondeo) sí, pero hoy estoy cansado ayer fue lunes y hoy es martes…
  • Qué borde eres. 
  • No soy borde. Soy negro pero no soy intérprete de árabe. (Le digo para acabar la conversación)
  • Yo no he hablado de color. Hay que ver qué borde eres.
    Ah y Yo sí he hablado de color. Jajaja. Gracias. 

Claro y cuando ella me entendió, cuando se quedó desnuda en su racismo geográfico se molestó roja y empezó a insultar mi falta de wsuxxion y a sacar su carnet cívico…Me dijo de borde pa’alante. Y yo que la miraba tan tranquilo, no ayudaba a que se relajara. Empezó a contar su versión a los que estaban alrededor, inútil porque ellos habían escuchado todo. A veces para que no se me olvide que soy negro me recuerdan que soy intérprete. Y cuando les digo has dicho negro. Dicen yo no he dicho negro y se alteran.

No se callaba… que sé yo. Ahí mismo volví a dormir hasta que llegó el chino que venía al juzgado 6, y el ujier me llama y me dice Marcial te necesito. Y ahí sí que hice que el chino entendiera todo…