Algunos poetas con sobrenombres.

Algunos escritores son rebautizados por el respetable con tanto éxito que se les cambia el nombre. Algunos solo son de uso regional y otro sobrepasa las fronteras con creces. Puede ser un diminutivo como Gabo o puede llevar un agregado como Papa Hemingway. Aquí les traigo algunos sobrenombres de poetas unos más conocidos que otros pero todos una buena lectura para cualquier tiempo. ¡Buen provecho!

1. El príncipe de los ingenios. Miguel Cervantes de Saavedra. Acaso recibe este sobrenombre porque su famosa novela se llama oficialmente: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. No he encontrado quién le puso este sobrenombre.

2. El fénix de los ingenios. Lope de Vega. Fue Cervantes quien, asombrado por la capacidad productiva, le dio este apodo quizás porque compuso más de 1500 comedias. No se llevaba muy bien con él pero Cervantes también lo llamó poeta del cielo y de la tierra y monstruo de la naturaleza; creo que tenían una relación de admiración y odio al mismo tiempo. No tan enconada como la de otros dos grandes que no se podían ni ver: Góngora y Quevedo.

«Es la mujer del hombre lo más bueno,
y locura decir que lo más malo,
su vida suele ser y su regalo,
su muerte suele ser y su veneno.

Cielo a los ojos, cándido y sereno,
que muchas veces al infierno igualo,
por raro al mundo su valor señalo,
por falso al hombre su rigor condeno.

Ella nos da su sangre, ella nos cría,
no ha hecho el cielo cosa más ingrata:
es un ángel, y a veces una arpía.

Quiere, aborrece, trata bien, maltrata,
y es la mujer al fin como sangría,
que a veces da salud, y a veces mata.»

3. El Napoleón de las letras francesas. Es el apodo de Balzac, llamado también el inmenso. Papa Goriot, Las Ilusiones Perdidas, o Eugenia Grandet son algunas de sus novelas más famosas.

4. El príncipe de las letras castellanas. Félix Rubén García Sarmiento, posteriormente conocido como Rubén Darío. “Azul”, “Sonatina”, y Margarita está linda la mar… son algunos de sus poemas más famosos. Le quitó a José Martí el puesto como padre del Modernismo. Comparen a Martí “Quiero a la sombra de un ala contar este cuento en flor” con este de Darío…. “Margarita, te voy a contar un cuento.” ¿Por qué le dicen el príncipe de las letras castellanas? No lo sé.

5. El Buscón. Este me lo inventé para llevarle la contraria a este grande de la literatura en español, que nunca reconoció haber escrito La vida del Buscón. Claro no quería problemas con la inquisición. Se trata de una novela de picaresca. Pero Quevedo es famoso sobre todo por su poesía. Sus sonetos son un tiro certero y le saca al castellano un filo que se crece en la crítica: A Góngora lo llama apenas hombre, docto en pullas, cual mozo de camino, y se mete con su nariz judía cada vez que puede y le pide: “no escribas versos más, por vida mía”

6. La franca India. Podía haber dicho otros seudónimos suyos como La Peregrina, o Tula. Gertrudis Gómez de Avellaneda. Como buena romántica tuvo una vida de novela. Si se hubiera enamorado de Gustavo Adolfo Becquer otro gallo hubiese cantado… Su poema más famoso en Cuba es quizás: “Al partir” otro poema famoso es “A Él”
¡Vive dichoso tú! Si en algún día
Ves este adiós que te dirijo eterno,
Sabe que aún tienes en el alma mía
Generoso perdón, cariño tierno.

7. El sabio de Weimar. Solo puede ser Goethe. Conocido por su Fausto, por los sufrimientos del joven Werther, y sus poemas el rey de los elfos y uno de los que más me gusta es “Prometeo”:

“Cubre tu cielo Zeus con niebla de nubes y emula al muchacho que se entretiene con cardos por encinas y altas montañas…»

8. El que no ve o el cantor ciego. La tradición de Homero es el que no ve. ¿Qué decir del creador de la Ilíada? Nuestra biblia debía ser la Ilíada y no la Biblia. Famosas son las carcajadas homéricas, pero eso ya es para otra entrada.

9. El Apóstol de Cuba. José Martí. ¡Qué niño cubano no se sabe? “Hay sol bueno y mar de espuma…” o quién no ha leído el cuento del camaroncito duro sácame del apuro… genial poeta que ha apresado nuestra esencia como ninguno. Hay quien dice que para ser poeta en Cuba hay que llamarse José. José Martí, José María Heredia, J. Del Casal, José Lezama Lima. Se llama cubaneo.

10. El bardo de Avon. Nadie ha logrado con tanta sencillez rimar de los sentimientos más humanos como William Shakespeare. El amor filial, el primer amor, los celos… estamos ante un maestro, ¡chapeau! “To be or not to be. That is the question”“El amor de los jóvenes no está en el corazón sino en los ojos”

11. La décima musa. Este sobrenombre tiene varias respuestas correctas y una incorrecta. Puede ser Safo. …

ponte guirnaldas, oh Dica, por tus graciosos
cabellos
tras enlazar con tus manos suaves los tallos de eneldo,
que hasta las flores las Gracias siempre felices se acercan,
pero rechazan la vista de quien guirnaldas no lleva.

Puede ser Sor Juana Inés de la Cruz. El Fénix de México, o la poetisa americana.

«En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas?”

“¿Pues para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis.”

Y me parece una falta de respeto decir que es Paloma San Basilio. Pero para escoger las flores…

12. El cucarachón. Este me lo inventé. Pero tenía un profesor de literatura al que llamábamos Gregorio Samsa. Era un fan de Frank Kafka y nos hizo leer “El proceso”, “La metamorfosis”… ¡qué crueles somos los jóvenes! Pero lo leímos y nos gustó seguir la mano de Kafka hurgando en la psicología de los personajes.

13. La Pantera. Este también me lo inventé. Otro de Praga que escribia también en alemán como Kafka. Rainer María Rilke. La Pantera es un poema famoso de Rilke, lo compuso en un zoológico de Paris observando a una pantera en su jaula:

“Su mirada cansada de ver pasar las varas de la reja ya no retiene nada…”

14. El cochino santurrón. A Jean Arthur Rimbaud sus compañeros de clase lo llamaron así por su fe religiosa. Pero después escribió otras cosas…

«La estrella lloró rosa, prendida de tu oído,
el infinito, blanco, roló por tus espaldas,
el mar tornasoló pelirrojo tus tetas
y el hombre sangró negro por tu flanco de diosa.»

15. El etrusco de la Habana. Una de nuestras vacas sagradas. Neobarroco, socarrón, cubano hasta la médula, escritor de una novela que aun hoy permanece guardada bajo siete sellos, cuando lo entiendes algo por aquí se te oscurece por otro lado. José Lezama Lima. Muy famoso su poema Muerte de Narciso. Ensayista, novelista nada fácil:

«Caída la hoja miro,
ya que tu olvido decrece
la calidad del suspiro
que firme en la voz se mece.

La sombra de tu retiro
no a la noche pertenece,
si insisto y la sombra admiro
tu ausencia no viene y crece.

La sustancia del vacío
sólo halla su concierto
elaborando el desvelo

que presagia el cuerpo yerto.
Diosa perdida en el cielo,
yo con el cuerpo porfío.»

16. El poeta maldito. Otro sobrenombre con varias respuestas correctas. Por supuesto que Charles Baudelaire, pero también Paul Verlaine, John Keats, y hasta de Lorca se pudiera decir; también poetas malditos son la llamada Generación Beat (Allen Ginsberg, Jack Kerouac) y muchos otros. Típico de los poetas malditos es el uso de drogas, libertad sexual, enfrentamiento a la moral aceptada, que estamos en occidente pues yo quiero filosofía oriental, algo así como el gallego que se muere y quiere que lo entierren en el otro pueblo, pa dar por saco… Las flores del mal de Baudelaire:

“Tu mano roza en vano mi pecho que se arroba;
lo que ella busca, amiga, es sitio que ha saqueado
la mujer con sus garras y sus dientes de loba.
No hay corazón; las bestias ya lo han devorado”.

17. El señor del romance. Sobrenombre que le otorgó a Edgar Allan Poe otro grande, Oscar Wilde. Interesante que Poe consideraba como Romance el arte de presentar imágenes. Famoso por ser el padre del relato corto o cuento literario moderno. Su poema más famoso: El cuervo. Otro poema famoso suyo: «Timur»                                      

mira alrededor tuyo a Samarcanda!
¿No es ella la reina de la Tierra? ¿No se cierne su orgullo
sobre todas las ciudades? ¿Y no están en su mano
sus destinos? Con todas
además de la gloria por el mundo conocida,
¿no se yergue espléndida y singular?
¿Y quién es su soberano?
Timur, a quien los atónitos pueblos vieron
ganar victoria tras victoria,
magnificando los tiempos y pienso más en la fama
de Gengis, que aún resuena.
¿Y qué era él? ¿Qué cosa? Un nombre.
Un alborozado sonido nocturno
llega hasta mí, con las voces confundidas
de tantos poseedores de corazones tan débiles,
como si no fuese en las horas postreras
que se regocijaron ante la presencia
casual de un líder. El poder, la fuerza del poder
secretamente trasmite su veneno;
nada tengo yo que ver con los corazones humanos.

18. El poeta supremo. Llamado también el padre de idioma italiano, escribía en dialecto toscano, considerado la base del italiano actual. Dante Alighieri. Se cree que su verdadero nombre era Durante y Dante es el diminutivo. Su obra más famosa es “La divina Comedia”. Empezó a escribirla cuando tenía 35 años por eso a mitad del camino de la vida, pues la esperanza de vida era 60 años. Baja al infierno acompañado de otro poeta famoso Virgilio.

“Del camino a mitad de nuestra vida
encontréme por una selva oscura,
que de derecha senda era perdida.
¡Y cuánto en el decir es cosa dura
esta selva salvaje, áspera y fuerte,
que en el pensar renueva la pavura!
Tanto es amarga que es poco más muerte:
más, para hablar del bien que allí encontrara
diré otras cosas de que fui vidente”.

“Si no se modera tu orgullo él será tu mayor castigo”

19. El de la Lorelei. Heinrich Heine. Uno de los poetas liricos alemanes más famosos que hay. Por sus opiniones políticas pasó gran tiempo viviendo en Francia. Romántico, satírico, crítico le gustaba buscarle la quinta pata al gato. “Alemania un cuento de invierno”, un libro crítico con la realidad política de la Alemania. El ballet romántico más famoso del mundo Giselle está basado en un cuento recopilado por Heine, y que no he encontrado en ningún lugar. Su poema más famoso La Lorelei es un ícono de la literatura alemana:

“Yo no sé que querrá decir que yo esté tan triste, una fábula de los viejos tiempos, no se me va de la cabeza, el aire es frío y ya oscurece, y lento corre el Rin la cumbre del monte resplandece en los vespertinos rayos del sol…»

20. El poeta de la esquina rosada. Otro que me inventé. Podría haber dicho el poeta que le tenía miedo a los espejos. Gracioso porque aun después de quedarse ciego conservó este miedo. Hablo de Jorge Luis Borges. Dominaba el inglés, el alemán, erudito profesor que se hacía entender con una claridad meridiana. Ahí están sus conferencias. Poeta de un poder de síntesis genial que no disminuía el ritmo del poema. Ahí está su poema a la Alhambra. Su tigre y su Soneto del vino.

¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?

Con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.

En la noche del júbilo o en la jornada adversa
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto

otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.